Se centra en buscar el origen del motivo por el que una persona no puede avanzar en su vida en un determinado aspecto.

La terapia transgeneracional es un tratamiento cuyo objetivo se centra en liberar y trabajar las creencias y valores que un individuo ha heredado para eliminar esos bloqueos y conseguir la meta deseada.

En nuestro ADN hay información genética de carácter físico y emocional a la cual nuestra biología responde en el momento presente, porque es cuando tú tienes activa esta información. En otras palabras: un bloqueo inconsciente grabado en el ADN puede ser heredado y, desde luego, va a provocar una respuesta biológica si se activa o “enciende”, como explica la epigenética.

Otra evidencia de ello es la que se ha demostrado tras experimentar con los gusanos C. elegans, que tienen marcados en sus genes los traumas de sus tatarabuelos. Probaron a insertarles un chip transgénico que producía una proteína fluorescente y permitía a los investigadores medir la actividad de un gen relacionado con el estrés.

Rachel Yehuda demostró que los traumas también se heredan. Esta reconocida psiquiatra, especialista en neurociencia, creció en un barrio de Cleveland (EE. UU.) junto a descendientes del holocausto nazi. Tal vez esa experiencia de su infancia contribuyó a despertar en ella el interés por dimensionar la tragedia. Ya adulta, la abordó desde el punto de vista científico, estudiando los efectos del estrés de una generación a otra(s). Tras analizar un número significativo de víctimas directas o herederas de la barbarie, comprobó que la biología puede manifestar traumas de los antepasados.

Hay vivencias de tan hondo calado que incluso a la genética le cuesta olvidarlas, por una cuestión de evolución y supervivencia. Y tu biología puede estar respondiendo hoy a información que llevas grabada desde que fuiste concebida e incluso a las vivencias de tus padres, previas a tu concepción y que precisamente los motivaron inconscientemente a engendrarte. Sus experiencias, emociones impactantes o necesidades no cubiertas pudieron ser el origen de tu vida, y tus células lo conocen. Por tanto, no descartes que tu imposibilidad actual para tener un hijo se encuentre en vivencias de tus propios progenitores.

La buena noticia es que esta información se puede modificar, ya que está demostrado que nuestro ADN cambia a lo largo de la vida. Ciertamente, nuestros padres o donantes nos transmiten determinadas peculiaridades genéticas, pero esos genes no son inmutables, sino que se transforman para adaptarse al medio y buscar soluciones de supervivencia y evolución. Eso nos ha permitido llegar hasta hoy.

Además de la herencia que hemos recibido, en nuestro ADN influyen otros factores como el entorno, el medio ambiente, las emociones, los pensamientos y las creencias, que lo van moldeando y hacen que se exprese de una forma u otra, según demuestra la epigenética.

Debes conectar con esa información que te han transmitido de manera inconsciente y trabajar las creencias que se han instalado, derivadas del sentido que se les ha dado a los hechos vividos. El objetivo evidentemente no es evitar que tu bisabuela muera en el parto, eso ya no es reversible, sino conseguir que la carga emocional de lo que supuso vivir algo así cambie en ti, ya que no te ocurre, solo tienes esa grabación. Hay que actualizarla, y para ello disponemos de una metodología.

Recuerda que el inconsciente biológico transmite la información con una intención positiva de supervivencia para que no la repitas y pongas en peligro tu integridad física o mental. Tu parte no racional no distingue tus circunstancias de las de tu bisabuela, ignora que en la actualidad contamos con mejores medios y mejor asistencia sanitaria; por tanto, persiste en privarte de un hijo a fin de evitar tu fallecimiento.